RULFO, EL AMOROSO
desde las Cartas a Clara en Aire
de las Colinas
Melissa Merlo
UPNFM, 26 de mayo del
2017
He aprendido a decir tu nombre
mientras duermo.
Lo he aprendido a decir entre la
noche iluminada.
Lo han aprendido ya el árbol y la
tarde…
Juan Rulfo
Juan conoció a Clara
cuando ella tenía 13 años. Las cartas de amor fueron y vinieron durante 7 años
hasta que el matrimonio se consumó. 76 de las 81 cartas (en algunos artículos
mencionan 84) fueron escritas durante la conquista y el noviazgo, de 1944 a
1948, muy pocas después de su unión en ese año, la última fechada en el año de
1950. De acuerdo a su hijo, Juan Carlos Rulfo, cineasta, las cartas son
portadoras de pequeñas sensaciones que pueden llevar al lector a través del
tiempo y conectarlo al sentimiento de los dos enamorados.
Estos enamorados no
pueden ser cualquier par, si es Rulfo el que escribe. El poder de la palabra
que le fue otorgado surtió fruto en el corazón de Clara Angelina Aparicio. A mi
juicio, siete años de vaivén de cartas permitieron que el autor de Pedro Páramo
realizara un ejercicio fabuloso de escritura creativa, de desarrollo de
imágenes, de desvelamiento de misterios literarios entre la vida y la muerte,
entre el amor y el desamor, entre la soledad y la tristeza. Pero también entre
la norma literaria y sus rupturas, la sintaxis y la estética, y principalmente
la semiótica.
Y es este espacio de
estudio de la lengua, la semiótica, en donde basaré esta breve disertación. He
tomado como punto de partida las posturas de Lotman para hacer un abordaje
semiótico, no con el objeto de cientifizar la literatura, sino de literaturizar
un poco la ciencia y encontrar esas conexiones culturales en el texto, en este
caso: las Cartas a Clara, en el entramado de las relaciones de significación
que podrían permitir ver los niveles en que se desarrolla el proceso de la
comunicación, de la interacción humana. En este escenario y buscando los
indicadores de romance, de amor, de cariño, de posesión, de deseo, de
expectativas y de concreciones.
Para entrar en contexto,
Lotman, elemento clave de la Escuela de Tartu “define al arte como lenguaje
y al texto artístico como un sistema organizado de lenguaje, un sistema de
signos que se constituye sobre el modelo de las lenguas naturales” En este
escenario, el texto artístico se convierte en un texto doblemente codificado, y
aquí Lotman presenta una fórmula: un lenguaje hecho de lenguajes. Permite
analizar hasta qué punto el lector entiende este doble juego, acepta las
convenciones de la norma, los códigos sociales y sobre todo ello, los códigos
literarios.
De las cinco condiciones semióticas que Lotman
sugiere:
a.
El trato entre el
destinador y el destinatario.
b.
El trato entre el
auditorio y la tradición cultural.
c.
El trato del lector
consigo mismo.
d.
El trato del lector con
el texto.
e.
El trato entre el texto
y el contexto cultural.
Me interesé por: el
trato entre el destinador y el destinatario, ya que considero que para
encontrar a ese Rulfo amoroso, la mejor vía es leerlo por la forma en que él se
expresa, por los vocablos que utiliza, por las reiteraciones, por las claves
lingüísticas, y por supuesto, por lo carga semántica vertida en las frases
amorosas, que se ve reflejada en lo que él dice de ella. Qué somos sino lo que
decimos, lo que hablamos, lo que expresamos, lo que escribimos.
Definamos entonces la
palabra trato para efectos de este estudio. Pues trato en su significado común es la forma o manera en que una
persona se relaciona con otra, o con otras o con su contexto. En ese sentido veamos
cuál es el trato que hay entre el destinador, Rulfo, y la destinataria Clara
Angelina, y cuáles son los signos lingüísticos que utiliza para crear ese
sistema de comunicación dentro de esa sociedad cómplice con su amada, que es lo
que estudia la semiótica, esos sistemas particulares de comunicación.
Analicemos algunos
signos y frases que muestran el trato del destinador al destinatario en las
cartas de la muestra:
1. Saludos de las
epístolas.
Signo
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Análisis
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Mayecita
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Es un trato dulce, suave, tierno, afectivo, familiar,
con muchos elementos filiales que permiten ver un emisor con los mismos
adjetivos: tierno, afectivo, amoroso.
Estas palabras iniciales del destinador a la
destinataria en sus cartas, preparan el terreno del amor. Están escogidas con
la pericia del que con buen ojo encuentra los mejores granos de café en la
planta. Todos son buenos, pero algunos son mejores. Así fue Rulfo en la
escogencia clave de estos signos y frases iniciales llenas de denotativo
cariño acrecentado por los diminutivos.
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Madre
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Madrecita
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Madrecita chula
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Mujercita
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Querida mujercita
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Clara
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Chiquilla
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Querida
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Chachinita
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Querida chachinita
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Muchacha
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Muchachita
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Mi muchachita
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Muchachita grande
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Cariñito santo
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Chechinita mía
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2. Frases internas
Signos
/ frases
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Análisis
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Y sólo el pensamiento de que tú
existes me quita esa tristeza y esa fea amargura.
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La relación que se muestra en el texto del cuerpo
de las cartas entre el destinador y la destinataria es una relación de amor
que presenta un comienzo y un fin.
Con el pasar de los años las cartas se van
volviendo más explicativas, más contadoras de la realidad, más con el ánimo
de compartir el diario vivir, pero llenas de frases amorosas.
Es imposible pasar por alto es relación tierna
casi de padre a hija en donde el código lingüístico cambia de tono.
También se identifica un tipo de relación amorosa
muy madura principalmente en las cartas que van después del matrimonio y del
nacimiento de los hijos.
Otro tipo de relación entre el destinador y la
destinataria, es la del juego amor odio, del querer y reclamar, en donde
incluso Rulfo utiliza palabras ofensivamente tiernas. Juego de palabras que
necesitan de destreza y conocimiento del lenguaje para que no dañen y más
bien, agraden.
La exageración, la hiperbolización de signos y
frases, típicas del amor, pero que escritas por Rulfo suenan a romance
profundo.
También en las cartas hay una relación de amor
muy madura, y se manifiesta en momentos cúspide de sus vidas como el
matrimonio y el nacimiento de los hijos.
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Saqué
más copias de cada una de las tres fotos que te mando, pero no te envío sino
una de cada una por puro miedo a que te sueltes repartiéndolas entre la bola
de novios que tienes.
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Por otra parte, no me puedo
imaginar cómo una niña tan menudita puede HACER UNA LETROTA TAN GRANDE…, al
escribir una carta. Eso es hacer trampa.
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Sin
embargo, tu carta me dio un enorme gusto. Puse las dos manos para recibirla y
la leí con mis dos ojos
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El cine sin ti no
sirve
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Yo creo que si tú me gustas tanto
es por eso, porque hay algo de pájaro en ti; pueden ser los ojos o
puede ser esa boca paradita tuya, que yo tanto quiero.
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Y
es que no imaginan que aquí, sobre este grande y ancho mundo, pueda nacer y
crecer y vivir una cosita así tan fea y tan horripilante como tú.
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Después
de mi madre, a la única persona a la que tengo que agradecer lo que ha hecho
por mí, es a ti.
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No
quiero tener a nadie más a quien agradecerle nada
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Por
esa razón te pedía yo consuelo, pues eres la única que puede dármelo, para
sentirme más conforme; para dejar de rebelarme contra todo lo que se opone a
mí mismo.
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Ojalá
estés bien y tan bonita como ninguna (iba a decir: como siempre, pero me
acordé de que a veces te pones fea, por ejemplo cuando me regañas).
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recibe todo el amor del que mucho
te quiere y del que espera quererte más, y un abrazo enorme y lleno de
ternura y muchos besos, muchos de quien te amará siempre.
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He sabido ya lo que hiciste, la enorme travesura que hiciste. Has
traído un hijo nuevo al mundo. Alguien que te cuidará cuando ya no puedas con
la vida. Me cuentan que nació muy grande, y yo me imagino cómo te has de ver
hermosa junio a él, abrazada a él, fuertemente, como si estuvieras abrazando
con todas tus fuerzas tu esperanza.
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Pero tú, pequeñita y todo, tienes
tu
Criatura y él tiene una hermanita
tan traviesa como su madre y tiene papá y la mamá más hermosa que haya tenido
hijo alguno de mujer en esta tierra.
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Mira, amor, ¿qué le podría decir
yo? Esta carta debería ir sin palabras. Sólo llena de besos y del gran cariño
que te tengo. Molerte a besos en el gran molino de mi corazón, que tú has
hecho tuyo, y poner mi alma desdoblada como una sábana para que tú envuelvas
en ella a toda tu familia.
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Clara Aparicio, amorcito de Dios,
iré a verte pronto; ése mi consuelo. Pues no dejo de extrañarte ni un
momento, ni dejo de quererte ni un momento.
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Y la vida se llena con tu nombre:
Clara, claridad esclarecida.
Yo pondría mi corazón entre tus
manos sin que él se rebelara.
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Una relación particular de los textos superpuestos
que desarrolla Lotman es indudablemente los hermosos versos que se encuentran
intercalados en la prosa de las cartas. El destinador utiliza la poesía como
vehículo para comunicar el amor profundo, que ya con palabras que pertenecen
al código lingüístico coloquial no tienen el mismo efecto en la destinataria.
Los momentos poéticos de Cartas a Clara son sencillamente hermosos.
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He aprendido a decir tu nombre mientras duermo. Lo he aprendido a decir
entre la noche iluminada.
Lo han aprendido ya el árbol y la tarde…
y el viento lo ha llevado hasta los montes y lo ha puesto en las
espigas de los trigales. Y lo murmura el río…
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El otro día lo vi (tu nombre), por
la noche, en un edificio de apartamentos. Se prendía y se apagaba y era de
una luz blanca muy fuerte. Clara -pum, se apagaba- Clara - pam, se prendía-.
Seguramente el ”Santa” está descompuesto, pues el letrero completo debía
decir ”Santa Clara”, pero sólo relumbraba el Clara… Clara… Cada vez igual a
la respiración de uno. Estando allí, me llené de recuerdos tuyos y me senté
un rato sobre un pradito para mirar a gusto aquel nombre tan querido de esa
criatura tan aborrecida y fea.
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Clara:
Hoy se murió el amor por un instante y creí que yo también agonizaba. Fue a la hora en que diste con tus manos aquel golpe en la mitad de mi alma. Y que dijiste: tres años, como si fuera tan larga la esperanza...
También he concluido por
saber que los cachetitos, el derecho y el izquierdo, los dos, tienen sabor a
durazno, quizá porque del corazón sube algo de ese sabor.
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Ayer pensé en tí, además,
pensé lo bueno que sería yo si encontrara el camino hacia el durazno de tu
corazón; lo pronto que se acabaría la maldad a mi alma.
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Por lo pronto, me puse a
medir el tamaño de mi cariño y dio 685 kilómetros por la carretera. Es decir,
de aquí a donde tú estás. Ahí se acabó. Y es que tú eres el principio y fin
de todas las cosas.
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Ese sueño que eres tú todavía dura. Durará
siempre, porque siento como que
estás dentro de mi sangre y pasas por
mi corazón a cada rato. […]
De verdad, cuídate mucho, come y duerme bien y sueña con los angelitos y no con esta cosa maligna que soy yo. |
3. Despedidas de las
epístolas
Signos
/ frases
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Análisis
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Tu recibe un abrazo infinito de tu
Juanucho y muchos, pero muchos besos de este muchacho para ti y para nuestros
hijos.
Te adora con toda el alma
Juan
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El trato del destinador hacia la destinataria es
muy amoroso. El código lingüístico de las despedidas, de los cierres de
cartas es tierno y lleno de esperanza. Al mismo tiempo es un código enfático,
y si no mediara el amor recíproco, podría ser hasta tildado de exagerado.
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Cariñito:
No creo que me quieras más que yo a
ti. No puede ser. No, no puede ser, amorosa muchachita. Dulce y tierna y
adorada Clara. Yo lloro, sabes, lloro a veces por tu amor. Y beso pedacito a
pedazo cada parte de tu cara y nunca acabo de quererte. Nunca acabaré de
quererte, mayecita.
Juan, el tuyo.
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Clara:
Hoy he sembrado un hueso de durazno
en tu nombre.
Guadalajara. 10/44
Juan Rulfo
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Pero no me olvides.
Y que siempre seas igual, Chachinita adorada.
Juan
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No, no es fácil querer mucho.
Juan
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Agregué un número 4 que
refuerza el valor semiótico del trato del destinador y la destinataria, este
fragmento no está en Aires de la Colina sino en uno de los diarios que
anunciaron la publicación de las epítolas amorosas, y es un comentario hecho por Clara Aparicio
como respuesta al en ese momento abrumantemente histórico suceso de
publicación; y dice:
''Juan me hablaba con tanta dulzura, como si tratara a
una niña. Y ella lo admira porque nadie le había hablado con esas palabras.
Ahora que veo esas cartas, se me salen las lágrimas y me pregunto: ¿pero así
me decía? ¿Pues cómo se me fue olvidando? Y es que tiene uno que volver a leer
constantemente las cosas para tenerlas presentes. Bueno, estas cartas llegaban
a casa cuando yo tenía 15 o 16 años, y mi mamá me decía: 'Yo las voy a leer
primero'. 'Ay, mamá', le decía yo. Después, cuando yo las leía me transportaba
a un mundo desconocido. "
“…nadie me había hablado así…” dice claramente Clara. Con esto comprobamos el
poder de la palabra amorosa de Rulfo, quien a lo largo de muchas cartas, logró
encontrar el código perfecto, el hilo comunicador certero, el contexto idóneo,
el juego del doble texto del que habla la semántica, para sembrar el amor en su
destinataria.
Lo inconcluso de este
juego de amor epistolar, es que conocemos solo parte de la trama, la que creó
Rulfo. Por los momentos desconocemos la otra parte, las respuestas de Clara
Aparicio. Es así que el juego de textos queda inconcluso y no podemos más que
intuir sus respuestas partiendo de las ideas planteadas en las de Rulfo. Es
obvio que encontraron eco en el corazón de Clara, cada carta posterior sucesiva
lo demuestra.
Como decía Lotman “el
texto ha seleccionado al público a su imagen y semejanza”. Es por eso que las
Cartas a Clara no han resonado en todos los espacios. Es por eso que las Cartas
a Clara han tenido críticas literarias en contra, aduciendo a su lenguaje cursi
de hombre enamorado. No todos estamos preparados para ver la etapa amorosa de
un autor más bien hermético. No todos estamos preparados para aceptar las
debilidades románticas de un doloroso empedernido. No todos estamos preparados
para encontrar en Cartas a Clara, más que una historia de amor, la historia de
un autor que crecía en su práctica literaria a lo largo de 7 años de escritura
epistolar; tipo de escritura que consagró a los autores de la Biblia, tipo de
escritura que consagró a los más importantes filósofos del planeta, tipo de
escritura que nos ha permitido tener a un Rulfo amoroso, no solo con Clara,
sino con el mundo que recibió sus cartas pensando que eran nada más que cartas
de amor, y que en pocos años tuvo el maravilloso regalo de El llano en llamas,
el Gallo de oro y la novela Pedro Páramo.