Muy buenos días a todos y todas. Distinguido
Señor Rector, Doctor Hermes Díaz, Apreciado Señor Embajador de la República de
Cuba en Honduras, Francisco Delgado y su comitiva diplomática, Distinguida
Señora Elena Flores, Presidenta Junta Directiva Nacional de la Asociación
Amistad Honduras Cuba, mi agradecimiento a ustedes por darme el honor de
presentar el libro Huellas de José Martí en Honduras.
Agradezco a todo el
público presente y les invito a incursionar en las páginas de este libro que,
además de su importancia histórica para Honduras y el mundo, nos deja el
respeto, la intelectualidad, la solidaridad y el cariño que José Martí irradiaba
por donde iba. Voy darles los detalles más importantes del libro, con la
invitación a que ustedes después puedan adquirirlo y disfrutarlo como yo lo
hice.
A principios del año 2017 tuve la oportunidad de visitar Cuba,
específicamente la Isla de Pinos, antes conocida como Isla de la Juventud. Ahí
en la ciudad de Nueva Gerona, conocí a los miembros de la Unión de escritores y
artistas de Cuba, capítulo de esa hermosa ciudad, y lo primero que percibí fue
su respeto y devoción hacia Martí y sus ideales, y me llevaron a conocer lugares
donde Martí había estado en esa zona. Me llevaron a El Abra, hacienda donde
Martí y su familia pasaron una corta temporada de descanso. Cuento esto porque
al leer este libro, sentí el complemento de lo que sentí en El Abra, una
presencia imponente, fuerte, pero al mismo tiempo sutil y dulce.
Con mis previas
lecturas y ahí en El Abra, comienzan para mí, las huellas que Martí ha ido
dejando en los hondureños, mucho después de que decidiera, o fuese impulsado, a
viajar por estas tierras, tan parecidas geográficamente a su isla amada. Y es en
la investigación que precede a este libro, que sus huellas fueron rescatadas y
puestas en la escena hondureña por dos grandes escritores cubanos, matrimonio
dedicado y entusiasta, convencido de que es la historia política, social y
literaria, la que dejará la huella más grande en los anales de este planeta.
Ellos son Froilán González García y Adys Cupull, quienes, con más de 30 libros
publicados sobre personajes del mundo entero, han dejado huella en los países en
los cuales han desarrollado sus investigaciones, con el fin máximo de desenredar
la maraña histórica de los hechos no dichos, de los no escritos, de los que se
han convertido en mito o en leyenda. Esta pareja de autores se merecen nuestro
respeto y gratitud.
Decía Martí que: La gratitud, como ciertas flores, no se da
en la altura y mejor reverdece en la tierra buena de los humildes. Así que con
humildad damos las gracias a los autores, y la comunidad cubana y hondureña que
estuvieron involucrados en el grandioso resultado que es este libro. Esta
edición estuvo bajo el cuidado del escritor Julio Escoto, quien en la semana
recién pasada recibiera el Premio Literario Ramón Amaya Amador, que cada año la
Academia Hondureña de la Lengua entrega a connotadas personalidades de las
letras hondureñas. También esta edición estuvo a cargo del especialista Renán
Núñez. Entre ambos, realizaron un trabajo excepcional.
En la carátula hay una
hermosa obra pictórica realizada por el famoso artista hondureño Allan McDonald.
Fue impreso en la Editorial San Ignacio, Honduras. Y una primera lectura de
revisión fue realizada por los especialistas y escritores Armando García, Jorge
Martínez y Erasto Reyes. En las páginas preliminares del libro, se encuentra un
apartado denominado Notas al lector sobre la primera edición en Honduras. El
libro se había presentado por primera vez en Ciudad de México el 10 de febrero
del año 2010 bajo el nombre de Por los caminos reales. Este primer apartado del
libro está firmado por los editores Julio Escoto y Renán Núñez. Seguidamente, se
encuentra una Nota al lector firmada por los autores Adys Cupull y Froilán
González, en donde se manifiesta lo acucioso de sus investigaciones, el objetivo
del libro y una invitación a los investigadores a emularles en este campo.
Agradecen con efusión a sus colaboradores de México, de Guatemala y de Honduras
por el apoyo recibido, y enfatizan en la imponderable figura de Martí en la
América que amó, en la América que, sin distingo de fronteras, somos todos
nosotros. Luego el libro se divide en dos secciones. La Parte I que contiene:
Antecedentes. Pasos de Martí por Honduras, Cuba, España y México. Su llegada a
Guatemala. Su matrimonio con Carmen Zayas-Bazán. Su regreso a Guatemala, ya
casado. Las gestiones que hizo para establecerse en Honduras. Y finaliza con
interesante apartado llamado Revelaciones Familiares. En la Parte II relata el
camino de Martí y su esposa desde Guatemala hasta Trujillo. Cuentan cómo Martí
era esperado en Tegucigalpa. Su viaje en mulas por caminos reales. Su paso por
Ocotepeque, Santa Rosa de Copán, Nueva Armenia, San Pedro Sula, Puerto Cortés,
La Ceiba. Y esta segunda parte culmina con la partida de José Martí y Carmen
Zayas-Bazán hacia su amada Cuba.
Este libro, de una escritura muy fina, he
hilvanado con la astucia y presteza de dos experimentados investigadores,
presenta el viaje de José Martí y su esposa, desde su salida de México en 1877,
pasando por Guatemala hasta llegar al hondureño Puerto de Trujillo en 1878 para
partir a Cuba. La obra, a todas luces muy bien estructurada y contada, va
enlazando las fechas del viaje con documentos de archivos, registros de
periódicos, datos y testimonios de periodistas, maestros, escritores,
estudiantes, con registros aduaneros, pero también con el interesantísimo diario
de viaje de Martí, y con las anécdotas contadas por personas de cada pueblo en
donde estuvieron y que fueron escuchadas por ellos, venidas de algún abuelo o
pariente que conoció a Martí en su paso por estas tierras.
Dice Martí en una
carta escrita en enero de 1877, dirigida a Manuel Mercado, con quien mantuvo una
vasta correspondencia epistolar: “Parece que Guatemala me tiende los brazos: el
alma es leal, y la mía me anuncia ventura. Voy lleno de Carmen que es ir lleno
de fuerza; de las cariñosas cartas de Macedo, a quien usted sabe cómo estimo,
espero bienes; las que me ha dado aquí Uriarte son tales que me abrirán fácil
camino, a mí que las ayudaré rápidamente… Guatemala me llama, llamaré yo a
México a que amo…” En este viaje a Guatemala, anterior al que hizo con su esposa
Carmen, es cuando Martí conoce a la joven María Cristina García Granados, cuyo
amor abriría el espacio para uno de los poemas martianos más conocidos en
Centroamérica: La niña de Guatemala, que en realidad se llama: poema IX de su
magnífico libro Versos Sencillos. En una ocasión le escribió estos versos:
“Siento una luz que me parece estrella oigo una voz que suena melodía Y alzarse
miro a una gentil doncella, tan púdica, tan bella ¡que se llama María!
Desempolvo el laúd, beso tu mano y a ti va alegre mi canción de hermano. ¡Cuán
otro el canto fuera si en hebras de tu trenza se tañera! p. 42 Era inevitable
que María Cristina no sucumbiera a estos versos de amistad, que ella sintiera de
amor. En este entretejer y destejer la historia, los autores de Huellas de José
Martí en Honduras, detallan los hechos reales y míticos que surgieron a raíz de
la muerte de la niña de Guatemala. En julio de 1878 sus amigos José Joaquín
Palma y José María Izaguirre, lo instaban, el primero a irse a Honduras, y el
segundo a permanecer en Guatemala.
En una carta a su entrañable amigo Manuel
Mercado, Martí expresa su incertidumbre, su profundo amor por la patria cubana,
y su deseo de volver a Cuba. Un fragmento de esta carta dice: “Usted conoce mi
pasión por la justicia, mi ardor contra la infamia, y la violación más nimia del
derecho; mi amor de enamorado por la gloria y el brillo de América; - ¿cómo
podré dar rienda a todos estos sentimientos naturales, en mí tan dominantes y
tan vivos?, ¿cómo podré vivir con todas estas águilas encerradas en el corazón?
– Temo, amigo mío, que su aleteo me mate. – Temo perder mis fuerzas en este
terrible combate silencioso. - ¿Quién nació en un momento más difícil, rodeado
de circunstancias más amargas?” p. 89. Cada personaje que rodeó la vida de José
Martí en su tránsito por Honduras, está documentado en este libro, detallado en
extremo. Las historias se entrelazan, van y vienen de Cuba a México, de México a
Guatemala, y caminan todas hacia Honduras.
El libro detalla los lugares donde la
pareja pernoctó, las familias que los recibían, las personas que les servían de
guía en su camino atravesando Honduras. Y las cartas que Martí enviaba a México
dejan ver la intensidad de sus anhelos, de sus días tan dedicados a forjarse
como ser humano, y a transmitirlo a los demás. Los autores mencionan a varios
personajes hondureños que colaboraron con esta investigación. Detallan la
anuencia y el buen trato de los escritores Eduardo Bähr, Roberto Sosa, José
Antonio Funes, Rodolfo Pastor Fasquelle, Natalie Roque Sandoval, entre otros.
También relatan los hombres y mujeres de la época que procuraron que el paso de
Martí y su esposa por Honduras, no tuviera ningún inconveniente, entre ellos:
Ramón Rosa, Marco Aurelio Soto, y los miembros de la recién creada Sociedad de
amigos del país, quienes esperaban a Martí en Tegucigalpa.
En su paso por
Honduras, Martí, refiriéndose a los procesos independencia y emancipación de
Centro América, escribe en su diario de viaje: “Un genio poderoso, un estratega,
un orador, un verdadero estadista, el único quizás que haya producido la América
Central, el general Morazán, quiso fortificar a esos débiles países, unir lo que
los españoles habían desunido, hacer de esos cinco estados pequeños y enfermizos
una República imponente y dichosa. Y lo hizo, pero los pueblos, que están
generalmente formados por gentes vulgares, tardan en comprender lo que los
hombres geniales prevén. La política de las rivalidades venció a la política de
la unión; la vanidad de los Estados fue más poderosa que la unión bienhechora.”
p. 117 Uno de los pasajes más hermosos de Huellas de José Martí en Honduras,
hace referencia al tomo 7 del libro Obras Completas, que en la página 157 Martí
escribió sobre Honduras, y cito a los autores: “… como un pueblo arrullado por
mares, refrescado por brisas, sentado en el corazón del continente, que era una
nación seria, trabajadora y próspera; una comarca pacífica, encantadora y
fértil, y una impaciente hermana que va, rumbo a la grandeza, con el cayado en
una mano y el libro en la otra, que aspira, aprende, llama y la sed es general;
el agua abundante.” p. 156
Mucho más allá de lo que los autores de Huellas de
José Martí en Honduras, pudiesen tener como objetivo con la publicación de este
libro, que de hecho lo han logrado: el paso de Martí por nuestra nación, esta
obra recoge la esencia martiana del amor a la patria, presenta la vida de Martí
en un sumun de virtudes e ideales que siempre lo acompañaron, y que en su corto
paso por estas tierras quedo evidenciado. Los autores se permiten resaltar que,
para José Martí, la patria, no solo Cuba, sino la patria grande, la América, era
su alma, era su vida, era su amor. Es así que Huellas de José Martí por
Honduras, se convierte en una lectura necesaria para cualquier habitante de este
continente. Con seguridad esta obra nos da el anhelo cosmopolita e integrador
con que Martí miraba y amaba a la América. Esta plena de detalles que sobrepasan
lo interesante, y que nos muestran la Honduras que fuimos y que, en esa época,
soñamos ser. Sigamos pues las huellas de Martí, las huellas de Morazán, que nos
enfilan a seguir amando la patria grande, la América inmortal.
Muchas gracias
por la fineza de su atención.
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